La tarde se desvanece con un espectacular colorido divino, bordando el horizonte de luminosidad y cálido resplandor que llega a tu atalaya.
La noche comienza, extiende su manto y el sol nos deja un hilo de luz que nos guía hacia la calma, nos recuerda la magia vivida en algún momento, momento para reflexionar porque la vida es fugaz y cada instante vivido es un regalo que llena el alma.
Nostálgico atardecer,
y las olas onduladas
susurran enamoradas...
adagios de amanecer.
Y te suenan a caricias
que por el alma resbalan,
con sus vaivenes señalan
remansos de mil delicias.
remansos de mil delicias.
Sientes la paz que te calma
y el cálido resplandor,
mitiga el gran dolor,
que tanto te hiere el alma.
El día se desvanece,
y los momentos vividos
permanecen retenidos,
en el alma que enardece.
El horizonte ilumina
el cielo azul de colores,
corazón lleno de amores
con la pureza divina.
Y permanece la magia,
en la tarde que reclina
y la calma predomina
esa sazón que contagia.
Estimados compañeros de letras y sentires, la vida sigue su rumbo su rutina, mi rutina con el alma herida, pero necesito comunicarme con todos vosotros, puesto que os considero mi familia bloguera. Es una forma de supervivencia, a esta barca le cuesta dejar sus remos. Gracias mil gracias por vuestra cercanía, sos geniales, un puñado de besos para los amantes de lo sencillo


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