A VECES SOLO A VECES...

¡Mis estimados amigos!      Deseo que estas sencillas letras sean de vuestro agrado.
A la hora de postear, muchas veces me quedo en blanco. Escribo y borro un ciento de veces, nunca me gusta como queda lo que hago.   Por esa razón y otras más personales, tardo en postear; y en entrar en vuestros respectivos espacios.   Perdón os pido por todo ello.  
Creo que voy perdiendo el surco donde crece la rama de la poesía y la palabra.   Mis pasos van lentos y la mirada pierde velocidad.


¡A veces sólo a veces!  Encuentro el momento en que una luz divina se enciende y se mantiene; pero otras veces, tomo asiento frete al ordenador pero no consigo mi propósito, se me va aquello que en aquel instante tenía en mente.



¡Aparece el muro que oculta la torre alta: donde fresca y serena, reposa el alma -reposa el alma y la memoria! ¡Si! Esa torre con escalera de caracol adosada a su interior, por donde transitan los sentidos, los duendes y las hadas; ¡Escalera que va apolillando con intención de derrumbe! ¡Mas queda algún peldaño!...  Si, peldaños fijados con hormigón por esto de la polilla...
  
¡A veces solo aveces! En mi sueños, me veo dando vueltas y más vueltas en el aire y cayendo al vacío, con espantoso miedo sin saber donde aterrizo: así como un pájaro que en su vuelo recibe el impacto de un tiro.
  
Pero bueno, me despierto al alba, doy gracias al cielo y a la vida porque a pesar de todo, vivo y, siento mis cinco sentidos que siguen el camino acolchado, de juncos -zarzos pegados a la arcilla: donde sigue brillando la palabra, vida.
      
¡Por ejemplo, las estrellas!... Que fueron brindando al ancho mar, mi deseo.  Mas se despertó el sueño tornándose melodía... Suena como vuelo de calandria aleteándose en celo, mas despierta el alba envuelta en sonora cálida brisa.  Mientras, preservo una llama encendida en mi sueño. 

Siempre habrá una luz que ilumina y nos guía en nuestro caminar; en la búsqueda del arrollo donde canta el agua fresca y cristalina: donde la golondrina se baña, donde riela la brisa y la palabra despeja como música celestial, que alienta el vuelo cansino del alma, en la suavidad 

de la tarde callada.  

El mar azul ondea sereno en su mágica belleza, en su paz de eternidad mientras el día duerme su sueño en la armonía eterna del monte y el cielo.

El monte, dormía a la sombra de la luna! huérfano de su luz dorada y sueña su melancolía: esa que tanto lastima el alma. Si, sueña con las aves rapiñas: que sabe despertarán de su letargo, en el espejo del alba.

 Quizás… al albor de las estrellas.  

Cuando duerme la vida, su sueño adagio.

Mas el verso que nace, al albor de estrellas… 

Da comienzo el rastreo: del paso ávido.

Que columpia anhelos, derramando esencias.

Quimera azul y anhelos, 
todos van detrás de ti:
del poema por escribir...
cabalgando en mis sueños,
en una nube añil.

Van volando en el viento
y tocando el sentimiento
de un abrazo feliz.

Mas quiero ser arco iris,
ovillarle en mis colores
y deslizarme  invisible,
dentro de sus sensaciones.

Mas ir hilando en mi mente,
en sosegado silencio,
¡Algún verso que afín llene
mi ego! humilde y carente,
de mi escritorio dormido,
que va retando al duende.

Pues, agarra pincel y folio,
pintando en lo infinito,
un castillo sugerente,
donde brillen los luceros.

Un puñado de besos para los amantes de lo sencillo.
MARINA FILGUIRA.  29- del 5- 2014.