UNA LLAMA ENCENDIDA

¡Hola, holaaa!!!

Ella vuelve con una llama encendida y su mente clara con la idea de cruzar de nuevo el largo puente de la distancia.  Llegar al camino empedrado nada fácil de recorrer, a los colores del prado en un abril de flores aromático.   También relee aquel libro de hajas amarillas con muchas líneas escritas oliendo a viejo, mas vale la pena pues en el están los pasos de la vida.   Pararse en algún pasaje, es imprescindible es ir al refugio de aquel regazo donde dejó la huella de sus piés descalzos.   
Por eso hoy el silencio le invita a recordar el lenguaje de la piedra milenaria de aquella cocina grande cuando el brasero en su auge calentaba la estancia añeja. Aún percibe el olor de la leña ardiendo en los fríos días de invierno chispeando sus llamas.

Si,  si, cuando el cielo vestía su traje gris blanquecino el viento soplaba en su ritmo y el arco iris ponía su más lindo vestido para salir a beber el licor blanco del río.  Como un presagio o vaticinio de lágrimas que vaciaría la nube preñada de vapor acariciando el manantial y el campo florecido.

Enseguida la primavera se vestiría de lindos amaneceres y empezarían a nacer las rosas.  A florecer los árboles a madurar los frutos a cantar los pájaros a crecer los pastos y la calandria cantaba al amor en el árbol.




Los grillos hacían su fiesta particular entre la hierba del campo y el búho con su sonata melancólica acostumbrada, en la noche sobre la copa del árbol cercano a la casa.  Cosa  que no le agradada parecía un mal presagio y de hecho lo era.
proseguirá.

Nubecillas.

Nubecillas grises pintaban tristezas al mismo tiempo un arco iris de bellos colores acercaba en el horizonte.

Se desliza la brisa que como una caricia inmensa sube por su entraña igual que una ardilla mansa.

Mima su piel sus manos su rostro infantil, mas una quemera asoma a su alma tejiendo armonía sin palabras.

Y sus pasos fueron marcando un antes y un después en la vida adulta que comenzaba su andadura.

Si, pasos y más pasos allí donde canta el cuco donde silba el mirlo allí donde croa la rana.

Allí donde canta la fuente donde ella iba por agua el balde en la cabeza y rotas sus sandalias.

Allí donde murmura el río allí donde pastan las vacas allí donde canta el grillo en la tierra labrada. Allí donde canta el molino moliendo maíz para la hornada.

Allí donde el búho su serenata ofrecía, allí donde se poda la vid que da buen vino y aguardiente dorada.

Allí donde la uva y la tinaja lleva el racimo.  ¡Tantos y tantos pasos recuerda con nostalgia.

Duendes que no existen por aquel entonces, pero si lágrimas que pesan pesan como una losa calcárea asentada en su orilla.

Losa que eclipsa eclipsa cualquier luna blanca cualquier aurora tibia, 

Pero llega una luz que ensancha su manto y desnuda de espinos la rosa y rinde homenaje al alma herida.

15-9-2013
Marina Filgueira García.
Pontevedra.

Todo se va marchitando en mis mano con el otoño y los años.

Un puñadón de besos para los amantes de las cosas sencillas.

Gracias por ser como sos.   Unos seres geniales.