UN TRAMO MÁS DEL PASADO...

      ¡Hola, mis estimados amigos!!!         

E aquí una reflexión.

¿Que es el silencio?   ¿Es quizá un sueño que se queda en eso?  Un sueño.   O un beso sin respuesta. ¿O bien es una rosa sin agua?    Creo que el silencio tiene palabras que sólo el corazón entiende y expresa.   

Pues bien aquí estoy después de un descanso de verano que por cierto fue efímero aquí en Pontevedra.   

Dos días de calor abrasador y otros dos de fresca niebla.   Un verano más que atrás dejamos jóvenes y mayores, pero en estos últimos se nota más la huella que deja el tiempo que transcurre sin detenerse.  

Deseo de que hayáis pasado un verano feliz muy feliz, pumto y parte. 

Un pedacito de mi andadura.

Siguiendo la penúltima entrada: con el alma en la mano cruzo  la puerta del tiempo extiendo la mirada y como la abeja voladora corro con el viento y la pasión bajo el brazo miro al  cielo sin acortar la carrera, sonrío sueño con coger en mi mano aquel bello recuerdo llegando en un vuelo al pasado a la vendimia copiosa a los aromas del campo de aquellos atardeceres legendarios y amaneceres en el paisaje dorado donde he reído si, mas también he llorado.

Me veo con ocho años y un rebaño de vacas, de la mano de mi abuelo que tanto me mimaba.    Allá íbamos entre pinares por viejos caminos estrechos y áridos para llegar al prado donde pastaban los animales y cantaban los pájaros al unísono.   Y el cauce que al lado pasaba esparcía un murmullo de encanto. 

Si, ese abuelo bueno que llevaba fruta y pan en los bolsillos para la merienda de su nieta, mientras él fumaba su puro habano.   



Imagen bajada de la red.

Si, ahora llego a la casona de mis abuelos empujo la puerta que nunca dejé cerrada y por ella asoma la llama de amor que nunca se apaga.  Primaveras preñadas con luz de alboradas y sueños que bordaban la noche en la almohada mientras el crepúsculo dormía en el regazo del cosmos.  Hoy necesito recordar esa llama ver esa luz y oír esa voz que me habla que habla de experiencia vivida de gozos y también lágrimas.

Recuerdo con nostalgia la amplia cocina comedor donde se cocinaba un rico guiso un rico caldo.
Era una gran losa de piedra que siempre estaba con la lumbre encendida un enorme brasero, en lo alto sujeto con una cadena un gran pote de hierro con agua siempre caliente.   Al lado el horno de cocer el pan y la empanada.    No se me olvida aquella mesa grande rodeada de hijos y nietos celebrando fiestas familiares y de trabajo.    Nochebuena, Navidad, año viejo, Reyes

En verano la recogida del maíz la siega de la hierba en los campos la malla del centeno y el trigo y un sinfín de etc.

Asoma el regazo cálido que me mecía y los brazos que me rodearon con amor con ternura tesón y desenfado.   Me confiaron  aventuras leyendas que me hicieron sonreír más de una vez a carcajadas y soñar dormida y también despierta.

No he olvidado nunca el refugio seguro de aquel regazo.       

De mis queridísimos abuelos.

Fui huérfana de mi buen Papi a muy corta edad y mi santa Madre enferma de una parálisis del lado izquierdo.  Vivió 84 años y nunca se repitió la enfermedad.

¡Fue la mejor mamá del  mundo!   Aún hoy lloro por ella y no la puede olvidar.       continuará.

Mis sueños se alzan corren a tu vera alcanzan el brillo de la amapola que nace al libre albedrío y sueña.                           

                                                    ¡Con tu encanto!   

Te siento como el regato que arroja agua transparente que disuelve cualquier duda o tristeza, brota la fuerza y asoma.

                                                    ¡A mi cansancio!

Y siento tu aliento que llega presto a mi rostro como una mariposa

voladora que asoma pernocta y reposa sobre el alero del tiempo.

                                                    ¡Que lazamos!

Aliento que vuela raudo, se acomoda en el regazo de la noche que duerme en este agosto caluroso que agoniza quema mis musas        y mis duendes aunque irrumpe la frescura a la vida eclisa un ahogo, un clavo se desclava y asoma ese rayo de luz primorasa.                                                    ¡Que amamos!

.      
                                                          Mis sueños.                      

                        

                                                                   

                     

                                                

                               

Luz que refleja la estancia de amor y del tiempo que irradia aquel abrazo que quimeras eterniza aquel beso dado.

Mientras despeja la duda que dormita tras bambalinas de este gran escenario donde todos somos actores, aval

secular de pasiones y fracasos. De latidos que abren ríos ríos de esperanza en el alma que pugna invisible en la sombra de emociones quizás incomprendidas.

¡Que no deseamos!

                                          ¿Verdad?   

                           Un puñado de besos para los amantes de las cosas sencillas.